martes, 29 de junio de 2010

la piedra


Tengo la sensación de estar sobreviviendo en vez de vivir, que la vida me roza sin apenas llenarme, que los momentos me acarician los hombros y que al girarme tan sólo encuentro vacío. Tengo la impresión de ser fruto de una broma, quizá un engaño o un desliz, algo que debe ser tapado, escondido, repudiado, mirado de reojo.
Una sensación extraña de salir en una película mala, primer plano en la pantalla, de cuerpo entero y desnuda, donde yo soy consciente del patio de butacas; soy consciente de que todo el mundo me observa riéndose sin saber que puedo verlos. Una película, una tragicomedia absurda de bajo presupuesto, donde yo soy todos los personajes y de ninguno me sé el guión: soy el bueno y el malo, el gordo y el flaco, el Quijote y su Dulcinea, a veces Sancho otras Rocinante; en escenas soy un pozo tenebroso y húmedo, en otras soy mar unas veces calmado, otras en tempestad; madre e hija, y también hijo, en ocasiones rebeldes, en otras obedientes; soy personajes cómicos irónicos y de imposible realidad pero a veces soy la realidad misma, así como es ella dura, punzante e irreversible; verdad y mentira, deseo y repudio, café y leche, sopa de pollo y cerezas, agrio y dulce, agua y arena, sol y nubes, un suspiro, un grito... china, africana, neandertal... Animal, roca, sentimiento... Locura... Interminable... Permanencia... Una película sin final...